La vida del mundo y el ser humano no sería posible sin la luz que proporciona el astro rey. No obstante, no debemos remontarnos hasta los inicios de la humanidad para darnos cuenta de la importancia de la luz en nuestras vidas, sea natural o artificial. La luz nos permite ver con claridad, sentir, desarrollar nuestras tareas y hacer más fácil nuestro día a día. Tiene una importancia sensorial, pero también psicológica.
Ese factor emocional es el que percibimos cuando, entre múltiples mensajes que nos llegan, nuestra vista se siente atraída por uno en concreto: el más luminoso. La publicidad es consciente de ello y ha utilizado carteles luminosos desde la invención de la bombilla. En la puerta de un establecimiento ayudaban a distinguirse del resto, invitarnos a entrar y ofrecernos una marca. Dentro de ellos, te invitaban a comprar un producto específico o muy novedoso.
Hoy el diseño ha cambiado mucho de estos carteles luminosos antiguos, pero en definitiva siguen teniendo el mismo objetivo: diferenciarnos del resto al brillar con luz propia.