Efectivamente, lo hemos visto año tras año: la alimentación bio, eco, natural o artesanal o como dirían nuestras abuelas “De toda la vida” va haciéndose hueco en los lineales de los Hipermercados y en las cestas de los consumidores. Y es que mientras que una parte de la sociedad adopta hábitos alimenticios considerados “basura”, otra lucha por intentar comer mejor y con ello estar más saludables (sumando una dosis de ejercicio, por supuesto).

Sin embargo, en esa creciente competencia de productos “sanos”, quien consiga destacar será aquel que tenga más posibilidades de ser degustado y por ello, vuelto a comprar. En ese preciso momento es donde entra en juego el PACKAGING, así con mayúsculas.

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Ciertamente, los que somos forofos de estos productos, nos leemos de “pe a pa” todo lo que pone en la etiqueta, pero también es verdad, que aquello que tiene un embalaje atractivo es lo primero que cogemos y leemos (si pasa con las personas, ¿no va a pasar con los objetos? Y ahora no vayas a decir lo de “la belleza está en el interior”, que es muy cierto, pero ahora estamos hablando del “envoltorio”).  En el proceso de cuidar, mimar y dar valor a nuestro producto, el packaging es la pieza más importante.

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Respecto a la tendencia en diseño y materiales, lo tenemos claro: líneas sencillas, aspecto artesano y un material noble como la madera. Si somos naturales y trabajamos con recetas artesanales, nuestro packaging debe ir en consonancia. La caja donde coloquemos nuestras bebidas o alimentos tiene que transmitir toda la calidad y cariño que ponemos en su elaboración.

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Porque las cosas hechas con amor son las que conquistan, ¿a qué sí?

¡Hasta el próximo post, compañer@s!